Para una gran diversidad de tribus, las fotos representantan un peligro, el acto de la fotografía "roba el alma y/o la voluntad del sujeto" quedando preso o en posesión del fotógrafo.
Mi cámara, mas allá de ser un auxiliar "científico" con el que intento documentar mis investigaciones; tiene sensibilidad y forma artística, creación que la comparto con quienes les robé el alma.
Hoy, miro nuevamente la pequeña exposición que armé en casa, una muestra de fotografías cuidadosamente seleccionadas, y no dejo de pensar ni plantearme ¿Por qué decidí trabajar con personas? Me conquistaron las miradas, sus sonrisas, manos, expresiones en general, y todo lo que puedo captar en ellas cuando las veo.
Actualmente, no llevo la cámara conmigo, y cuando camino por la calle suelo ver cuadros fotográficos, en otro momento hubiera tomado inmediatamente mi cámara y capturado unas cuantas fotografías, pero decidí no robar el alma de las personas... por un tiempo..., y dejar que los cuadros sigan su camino.
(Mientras escribía este pequeño texto, recordé la historia de Guido Boggiani, el explorador italiano que fotografió a tribus en América del Sur, y la leyenda de las tribus aborígenes)
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